jueves, 14 de febrero de 2013

narrador Omnisciente:
La incrédula _____ imaginaba un mundo dentro de su cabeza. Nunca le había pasado algo parecido, era la primera vez que todo era tan real. Ella nunca había muerto, ella aún se encontraba en el internado neverhood donde había conocido al hombre de sus sueños. Donde había pasado las cosas más horripilantes de su vida y donde había pasado cosas inolvidables con distintos hombres. La historia continua, una historia llena de fantasía, dolor y tristeza. Samantha, su futura hija aun no nacía o más bien no sabía si nacería. Ella no estaba lista para tener una hija a su temprana edad de 16 años. No estaba lista para dejar su vida pero… Ella no quería convertirse como era su madre haciendo que hiciera cosas peores. 

Narra _____:

Había quedado dormida con Baltazar en aquella habitación. Todos aquellos recuerdos e imágenes que ni yo misma podía aclarar abundaban en mi mente. No entendía como es que mi cerebro pude crear recuerdos tan importantes que me atormentaran aún más. Estábamos en aquella habitación en la enfermería del internado. Aun sentía en mi estómago aquellos cuchillazos que me había dado benjamín. Me dolían y habían comenzado a sangrar nuevamente. Sin importarme me levante cuidadosamente de la camilla, hice algunos gestos de dolor pues en verdad me dolía mucho. Por un momento me detuve ¿Cómo podía estar embarazada si benjamín me había acuchillado en el estómago? Él bebe hubiera muerto instantáneamente. 

-¿_____? –La voz de Baltazar sonó por la habitación- ¿Qué haces? ¡No puedes pararte! 
-Baltazar yo… -Caí al suelo- Baltazar me duele mucho el estómago, ayúdame

Cerré mis ojos unos segundos y cuando los abrí, vi a Baltazar tomándome por los brazos y llevándome hacia la camilla nuevamente. Una vez estando en ella me sentí realmente incomoda, no quería estar en este lugar. Solo quería estar en los brazos de Justin, besándome con él. Haciendo todo con él. Miles de recuerdos vinieron a mi mente, pero los sobrepase e intente no recordarlos. 

-___, estas sangrando de nuevo –Baltazar levanto mi blusa y luego negó con la cabeza- Tengo que hablar con la enfermera ¡No te muevas! Ahora regreso –dijo.

Salió de la habitación casi corriendo. Yo no había visto nada aun, me levante con un poco de esfuerzo en el abdomen, al ver este vi que habían cocido algunas aberturas pero estas estaban abiertas de nuevo. Pude notar que aun salía mucha más sangre, me dolía. Me dolía mucho. Cerraba mis ojos tratando de suprimir las lágrimas que salían de ellos. Después de unos segundos deje de sentir dolor alguno, unos cuantos mareos vinieron a mí provocando que mi vista se volviera un poco negra y como si hubiera dado miles de vueltas.

Varios minutos después la vista volvió a aparecer. Baltazar se encontraba tomando de mis brazos y a mi otro lado pude ver a la enfermera con una inyección en la mano. La acerco hacia mí y hablo.

-No te dolerá nada –susurro.

Aquella aguja fue entrando en mi piel, me dolía pero… Nuevamente aquella imagen negra vino a mí y quede profundamente sedada. 
‘Aquellas copas de los árboles se movían de un lado hacia otro. El cielo nocturno y gris no dejaba ver absolutamente nada. El aire que en verdad era fuerte podía arrasar todo lo que se le pusiera en frente. Salí de casa decidida a que lo encontraría, no me importaba si moría solo lo tenía que encontrar y tenerlo una buena vez en mis brazos. El aire estaba a punto de tirarme hacia atrás pero fui más fuerte, corrí hacia debajo de un árbol. Este se movía como un papel en un tornado. Era mi fin’

-Despertaste –sonrió Baltazar.
-¿Cuánto llevo dormida? –pregunte.
-Una hora tal vez, se te abrió lo que te habían cocido –dijo- pero ahora estas bien ¿Tienes hambre?
-No, no tengo hambre –dije- Quiero a Justin ¿Dónde está? –pregunte.
-Bueno ____, yo no sé dónde está el –dijo- Pero aquí estoy yo con tigo 
-Solo… Quiero ver a Justin –dije.

Los días iban pasando, había salido de la enfermería para ya tomar mis clases normales. Baltazar no se separaba de mí, él era un buen amigo y nada más. Extrañaba a Justin con todo mi ser, solo quería verlo y el simplemente no estaba por ningún lugar. Había llamado a su teléfono celular pero él no contestaba. Aún conservaba aquella carta, aquella carta en donde decía que no quería estar más con migo por motivos de seguridad para su familia. 

-Baltazar…-susurre, ambos nos encontrábamos en el patio delantero pues era un sábado por la mañana- Me duele el estomago
-¿Quieres ir a la enfermería? –pregunto parándonos ambos del piso.
-Si, en verdad me duele –dije.

Me ayudo a caminar hasta la enfermería. El estómago me dolía y aquel dolor había comenzado a recorrer hasta mi pecho. Me sentía debilitado pero a la vez me sentía normal. 

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