jueves, 14 de febrero de 2013


Capítulo 6: 




-Baltazar…Baltazar me duele –repetí.

Aquel dolor en mi estómago era suficiente para al menos poder desmayarme. Benjamín seguía en el internado, pero cada vez que lo veía me desviaba y simplemente no lo miraba a los ojos. Eso es lo que a él le gustaba que lo miraran a los ojos para poder hacerle la vida imposible a alguien. Baltazar y yo caminamos unos metros más hasta que llegamos a la enfermería. Ahí se encontraba un chico en una camilla. La enfermera vino hacia mí y hacia Baltazar, ambos me ayudaran a ponerme igualmente en una camilla.

-¿Qué le pasa? –pregunto la enfermera preguntándole a Baltazar.
-Se queja de dolor de estómago –dijo.

La enfermera se dirigió hacia unas pequeñas cajas y saco una tableta de pastillas.

-1 de estas cada 8 horas –dijo.

Baltazar asintió con la cabeza y me tomo de la mano. Salimos de la enfermería y fuimos hacia mi habitación. Patrice no se encontraba en ella, típico de patrice. Baltazar me puso delicadamente en la cama para luego sentarse el con migo. Saco una de aquellas pastillas de la caja, tomo un agua de un pequeño refrigerador que teníamos en la habitación y me las dios.

-Tómatelas –dijo.

Tome aquella pastilla y la dirigí a mi boca. Tome un poco de agua y la trague. Hice unas cuantas muecas, no me gustaba tomar pastillas pero esta vez me dolía mucho el estómago. Me recosté en la cama y Baltazar tomo mi mano.

-Me gusta estar con tigo –dijo- Tú… Tú crees la oportunidad de que estemos juntos de nuevo, como lo estábamos antes ¿No lo recuerdas? Éramos felices

¿Estar juntos? No quería mentirle, al único hombre que esperaba en este momento era a Justin. Era el único que me hacía falta en estos momentos. Baltazar era bueno con migo, muy bueno. Era uno de los mejores amigos que había conocido en toda mi vida o más bien, era él mejor amigo que podía tener.

-Baltazar es que… -interrumpió.

Tomo las muñecas de mis ambas manos y las apretó hacia la cama.

-Balt…Baltazar ¿Qué haces? –Pregunte- Suéltame, me lastimas
-Ya me canse de esperar y rogarte –dijo.

Apretó más mis manos. Intente zafarme pero era más que obvio que él era más fuerte que yo. Se inclinó hacia mí y nos unimos en un beso que tenía emociones pero no tantas. No tantas como yo esperaba, era lindo. Yo lo quería pero solo como un amigo. Se me hacía desagradable el besarlo, se me hacía un beso como había dicho, lindo pero seco a la vez. Sin amor alguno que ambos pudiéramos compartir. Después de unos segundos soltó mis manos, el seguía besándome.

Ahora que tenía mis manos sueltas tuve la oportunidad de zafarme de él. Lo empuje hacia atrás no con tanta fuerza, una vez que estuviera a unos centímetros de mí, mi mano golpeo su mejilla causando que esta se pusiera roja. Baltazar cubrió su mejilla con su mano y me miro a los ojos con una mirada de arrepentimiento y tristeza.

-¿Por qué lo hiciste? ¡Por qué rayos lo hiciste! –Pregunte, lo empuje más hacia atrás- Se supone que somos amigos –dije por fin.

Baltazar miro cada parte de la habitación. Se veía desconcentrado y se veía mal. Sacudió su pelo y hablo.

-____, yo… yo no sé cómo decírtelo más, te lo he dicho millones de veces, te amo. Quiero que seas mi novia, quiero que pienses en mí y que no pienses en Justin –dijo.
-¡Pero yo no Baltazar! ¡Entiéndelo! No me gustas, te quiero como amigo… Eso es todo, a la única persona que amo es a Justin ¡Entiéndelo! –grite.
-No importa –dijo- Te esperare y te seguiré rogando… hasta mañana

Tomo mi mano y dio un beso en ella. ¿Qué pretendía con eso? Baltazar salió de la habitación para cuando exactamente patrice venia entrando y le lanzo una mirada picarona. Baltazar la ignoro y siguió su camino. Patrice entro, quito sus zapatos y se sentó en su cama.

-¿Qué hacía Baltazar aquí? –pregunto.
-Nada… Vino a darme unas pastillas que tenía que tomar –dije.
-¿Ahora que tienes? –Pregunto- ¿Te estas volviendo loca? La habitación parece un hospital lleno de pastillas
-¡Que graciosa eh! –dije irónica.
-¿Qué hacía Baltazar aquí? –Pregunto- Es todo un… Un galán –dijo patrice mordiendo su labio.
-Claro patrice, ya te dije… Vino a darme una pastilla –dije.
-Los he visto muy juntos estos días, ustedes ¿Son algo? –pregunto.
-No –dije- Es solo mi amigo
-De acuerdo, más para mí –dijo.

Asentí con la cabeza y me deje caer nuevamente a la cama. El estómago aun me dolía, quería gritar pero no lo haría. Era un dolor como si me estuvieran apuñalando en él. Quede dormida, solo quería soñar en Justin. Era el único lugar donde podía verlo, podía sentirlo y podía besarlo.

Desperté a la mañana siguiente, el dolor de estómago se había quitado. Mire a mi alrededor, mire para afuera de la ventana y el día era perfecto. Un poco nublado, aire por doquier y las copas de los árboles se movían hacia todas direcciones. Era sábado por la mañana, un día totalmente perfecto. Patrice seguía dormida, me levante sin hacer ruido alguno, me cambie de ropa y me solté el cabello. Me puse unos tenis y Salí de la habitación. Por los pasillos no había absolutamente nadie, simplemente yo. Camine hacia la salida del internado, Salí al gran patio y me adentre en el bosque inmenso y obscuro repleto de árboles y hojas de árbol en el piso.

Camine, camine, era lo único que hacía. Pasaron horas y lo seguía haciendo. Mire mi reloj y daban las 3:45 pm. No había desayunado y no había comido y aun así no tenía hambre.

-Bridget –dijo.

Mire detrás mío, y ahí se encontraba el. Se encontraba el hombre de mis sueños y de mi vida. Se encontraba el hombre que había esperado por días enteros para que viniera. Tenía que controlarme, me voltee lentamente y di unos cuantos pasos hacia él. Quede al menos 1 metro de distancia de aquella persona que me hizo feliz.

-Justin –suspire.

Unas cuantas lágrimas salieron de sus ojos. Las seco y sacudió su cara con sus ambas manos.

-Perdo…Perdóname –dijo.
-¿Perdonarte? –Pregunte- Justin… Me dejaste sola
-No sabía que pasaba por mi mente –dijo- No quería tener problemas
-¿Problemas de qué tipo? –pregunte.

Unas lágrimas resbalaron por mis mejillas y llegaron a mi boca. Una logro entrar y pude sentirla, pude probarla, sabia a sal. No sabía qué hacer en este momento, no sabía si ignorarlo y dejarlo ir como él quería. No sabía si terminar de llegar hacia él, besarlo y acariciarlo. Sentir su piel al igual que sus labios cálidos.
 

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